Betametasona y ácido fusídico se utilizan juntos en el tratamiento de varios tipos de eccema, que es una condición de la piel que causa inflamación, picazón y enrojecimiento. Se usan específicamente cuando se sospecha o se ha confirmado una infección bacteriana secundaria. La betametasona ayuda a reducir la inflamación, mientras que el ácido fusídico combate la infección bacteriana. Es importante no usarlo durante más de 14 días para evitar el desarrollo de resistencias al antibiótico y otros posibles efectos adversos en la piel, como el adelgazamiento. No se recomienda el uso prolongado, especialmente en niños, para evitar problemas hormonales. Debe evitarse el contacto con los ojos. No se prevén efectos adversos significativos durante el embarazo y la lactancia cuando se usa en áreas limitadas de la piel; sin embargo, es aconsejable evitar la aplicación en las mamas cuando se está amamantando.