Ciclesonida se utiliza para controlar el asma persistente en adultos y adolescentes a partir de los 12 años. No es adecuado para tratar ataques agudos de asma ni broncoespasmos severos. Las dosis altas y uso prolongado pueden aumentar el riesgo de efectos secundarios sistémicos como insuficiencia suprarrenal, retraso del crecimiento en niños y adolescentes, disminución de la densidad ósea, cataratas y glaucoma. En casos de insuficiencia hepática grave o uso paralelo de ciertos medicamentos, se debe tener precaución debido a la posible mayor exposición sistémica. Los efectos secundarios poco frecuentes incluyen mal sabor de boca, náuseas, infecciones fúngicas orales y broncoespasmo paradójico. Durante el embarazo, debe usarse solo si los beneficios para la madre superan los riesgos para el feto. La excreción en la leche materna no está confirmada, por lo que debe evaluarse el riesgo-beneficio antes de administrarlo durante la lactancia.