Clindamicina se utiliza para tratar infecciones graves causadas por bacterias sensibles, incluyendo neumonía, infecciones de la piel y tejidos blandos, infecciones odontógenas, y osteomielitis. También es útil para infecciones específicas en pacientes con VIH, como la neumonía por Pneumocystis jiroveci y la encefalitis toxoplásmica. Durante el embarazo, no se debe usar a menos que sea estrictamente necesario, ya que atraviesa la barrera placentaria y su seguridad no está completamente comprobada en el primer trimestre. Durante la lactancia, está contraindicada debido al riesgo de efectos adversos graves en el lactante.