Voriconazol es un antifúngico usado para el tratamiento de infecciones invasivas graves como aspergilosis, candidemia en personas no neutropénicas e infecciones por hongos que son resistentes a otros tratamientos. Está indicado en adultos y niños mayores de 2 años. También se utiliza en pacientes de alto riesgo que han recibido un trasplante de células madre hematopoyéticas para prevenir infecciones fúngicas. Durante el embarazo, solo debe utilizarse si el beneficio justifica los riesgos, y se recomienda que las mujeres usen métodos anticonceptivos eficaces durante el tratamiento. Durante la lactancia, el tratamiento debe suspenderse. Las personas que toman voriconazol deben evitar la exposición directa al sol debido al riesgo de fototoxicidad y posibles lesiones cutáneas graves. Además, existen varias interacciones medicamentosas importantes que deben tenerse en cuenta, y se ha informado de efectos secundarios graves sobre el hígado y los riñones, por lo que es necesario un monitoreo regular de la función hepática y renal.