Fluoxetina se utiliza para tratar el episodio depresivo mayor, el trastorno obsesivo-compulsivo y la bulimia nerviosa como complemento a la psicoterapia. También puede ser indicada para episodios depresivos de moderados a graves en niños a partir de 8 años y adolescentes cuando no hay respuesta a la terapia psicológica. Entre las advertencias y precauciones, es importante tener cuidado en personas con problemas hepáticos, historial de convulsiones, manía o hipomanía, ciertos trastornos cardíacos y aquellos en tratamiento con anticoagulantes. La fluoxetina se asocia con riesgos como la acatisia, arritmias y, en jóvenes, con síntomas de suicidio. Puede interactuar con numerosos medicamentos. Durante el embarazo, se debe tener precaución ya que se ha reportado un aumento en el riesgo de defectos cardiovasculares y otros efectos en neonatos; durante la lactancia, la fluoxetina se excreta en la leche materna, por lo que se recomienda precaución. Los efectos secundarios comunes incluyen insomnio, ansiedad, disminución del apetito, mareos y varias disfunciones sexuales.